Alfonso III (866-910). |
El relato cristiano: Crónica de Alfonso III.
Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva, y el ejército de Alqama (con 187.000 soldados) llego hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la
entrada de la cueva. El predicho obispo subió a un montículo situado ante la
cueva de la Señora y habló así a Pelayo: 'Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?' El
interpelado se asomó a la ventana y respondió: “Aquí estoy”. El obispo dijo
entonces: “Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba
toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros
países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército
de los godos, no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú
defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil”. Escucha mí consejo: “vuelve
de tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los
caldeos”. Pelayo respondió entonces: “¿No leíste en las Sagradas Escrituras que
la Iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo
crecerá por la misericordia de Dios?” El obispo contestó: “Verdaderamente, así
está escrito”. Pelayo dijo: “Cristo es nuestra esperanza; que por este pequeño
montículo que ves sea España salvada y reparado el ejército de los godos”.
Confío en que se cumplirá en nosotros la promesa del Señor, porque David ha
dicho: ¡Castigaré con mi vara sus iniquidades y con azotes sus pecados, pero no
les faltará mi misericordia!. Así, pues, confiando en la misericordia de
Jesucristo, desprecio esa multitud y no temo el combate con que nos amenazas. “Tenemos
por abogado cerca del Padre a nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de
estos paganos”. El obispo, vuelto entonces al ejército, dijo: “Acercaos y
pelead. Ya habéis oído cómo me ha respondido, a lo que adivino de su intención
no tendréis paz con él, sino por la venganza de la espada”.
Alqama mandó entonces comenzar el
combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se
prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e
incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las
magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a
la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra
los que las disparaban y mataban a los caldeos. Y como Dios no necesita las
lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los cristianos
salieron de la cueva para luchar con los caldeos; emprendieron éstos la fuga,
se dividió en dos su hueste, y allí mismo fue al punto muerto Alqama y apresado
el obispo Oppas. En el mismo lugar murieron ciento veinticinco mil caldeos, y
los sesenta y tres mil restantes subieron a la cumbre del monte Aseuva y por el
lugar llamado Amuesa descendieron a la Liébana. Pero ni estos escaparon a la
venganza del Señor; cuando atravesaban por la cima del monte que está a orillas
del río llamado Deva, junto al predio de Cosgaya, se cumplió el juicio del
Señor: el monte, desgajándose de sus cimientos, arrojó al río los sesenta y
tres mil caldeos y los aplastó a todos. Hasta hoy, cuando el río traspasa los
límites de su cauce, muestra muchas señales de aquéllos.
La noticia musulmana: Nafh al-tib de
al-Maqqari.
Cuentan algunos historiadores que el
primero que reunió a los fugitivos cristianos de España, después de haberse
apoderado de ella los árabes, fue un infiel llamado Pelayo, natural de
Asturias, en Galicia, al cual tuvieron los árabes como rehén para seguridad de
la gente de aquel país, y huyó de Córdoba en tiempo de Al-Hurr ben Abd
Al-Rahman Al-Thaqafi, segundo de los emires árabes de España, en el año sexto
después de la conquista, que fue el 98 de la Hégira [716-717]. Sublevó a los
cristianos contra el lugarteniente de Al-Hurr, le ahuyentaron “y se hicieron
dueños del país, en el que permanecieron reinando, ascendiendo a veintidós el
número de los reyes suyos que hubo hasta la muerte de Abd Al-Rahman III”.
Dice Isa ben Ahmad Al-Razi que en
tiempos de Anbasa ben Suhaim Al-Qalbi, se levantó en tierra de Galicia un asno
salvaje llamado Pelayo. Desde entonces empezaron los cristianos en al-Andalus a
defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder, lo que
no habían esperado lograr. Los islamitas, luchando contra los politeístas y
forzándoles a emigrar, se habían apoderado de su país hasta llegar a Ariyula,
de la tierra de los francos, y habían conquistado Pamplona en Galicia y no
había quedado sino la roca donde se refugió el rey llamado Pelayo con
trescientos hombres.
Los soldados no cesaron de atacarle
hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino
treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían qué comer sino la miel que tomaban
de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los
musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo: 'Treinta
asnos salvajes ¿qué daño pueden hacernos?' En el año 133 murió Pelayo y reinó
su hijo Fáfila. El reinado de Pelayo duró diecinueve años, y el de su hijo dos.
Después de ambos reinó Alfonso, hijo de Pedro, abuelo de los Banu Alfonso, que
consiguieron prolongar su reino hasta hoy y se apoderaron de lo que los
musulmanes les habían tomado.
SÁNCHEZ-ALBORNOZ,
C. La España musulmana, Op. cit.,
vol. I, pp. 74-77.
Consulta de términos en glosarios, diccionarios, etc.
Munuza: gobernador o administrador de
Astúrias, compañero de Tariq en la conquista.
Pelayo:
alto dignatario Godo, primer rey de Asturias (718-737) (Monsalvo, 2010).
Ismaelitas:
musulmanes, sarracenos, moros.
Caldeos: enemigos
de Israel, se aplica al pueblo de Babilonia (Zabalo, 2004).
Alqama: general
musulmán.
Oppas: obispo
de Toledo, hijo de Witiza o hermano según “La Crónica Mozárabe”.
187.000: no
es una cifra caprichosa, puede ser una alusión a un pasaje del Antiguo
testamento, donde un ejército Asirio fue exterminado por el ángel del Señor
(Zabalo, 2004).
El grano de mostaza: una alusión bíblica del texto (Zabalo, 2004).
Fundíbulos:
lanza piedras, un arma utilizada en el medievo para destruir murallas.
Al Hurr: gobernador
dependiente del Califato de Damasco (716-719) (Monsalvo, 2010).
Abderrahman III: primer Califa Omeya (929-961).
Hégira: 622
d. C., referencia para el calendario musulmán.
Al-Razi: escribió
una crónica de los reyes de Al-Andalus, Jiménez de Rada lo cita en su rebus
Hispaniae como autor de la “Crónica del Moro Rasis” (887-955).
Anbasa: gobernador
dependiente del Califato de Damasco (721-726) (Monsalvo, 2010).
Galicia:
denominaban los musulmanes así al norte montañoso de la Península Ibérica,
desde Pamplona al este, hasta Galicia al oeste.
Alfonso:
hijo de Pedro Duque de Cantabria, casado con la hija de Pelayo, rey de Asturias
tras la muerte de Favila (739-757).
Banu Alfonso:
los hijos de Alfonso, nietos de Pedro.
Claves para comprender el documento.
Esta compilación de trozos de autores
islamitas y cristianos ha sido cuidadosamente escogida por Sánchez-Albornoz y el
resultado es una obra de gran precisión histórica. El autor acude a las dos
fuentes, la cristiana y la musulmana, deja hablar a los historiadores,
compiladores, cronistas, príncipes, místicos, alfaquíes, poetas, etc., en fin,
a todos aquellos que dejan vislumbrar algo del íntimo vivir del
Al-Andalus. Para el autor la historia completa de un pueblo o
nación debe aprisionar no sólo la superestructura individual o colectiva, sino
también la intimidad del pueblo o del personaje histórico que se estudia
(Amaya, 1948).
Texto cristiano. La Crónica de Alfonso III tuvo una amplia difusión y
pasó a través de Rodrigo Jiménez de Rada,
a la Primera Crónica General de España compilada por orden de Alfonso X,
sin introducir apenas novedades (González, 2002). De autor
anónimo, sin duda un clérigo familiarizado con la lectura asidua de la Sagrada
Escritura, la crónica se halla cuajada de referencias y citas bíblicas,
característica común a casi toda la producción historiográfica de la Europa
cristiana altomedieval, se admite que fue redactada después del año 881. En
esta fecha, el autor contempla los inicios de la resistencia desde la
perspectiva optimista de las victorias de Alfonso III sobre Muhammad II, que
derrotado solicita al monarca una tregua de tres años (Zabalo, 2004).
Texto musulmán. Nafh al-tib de al-Maqqari
(Tremecén, 1578 - El Cairo, 1632) es el autor de Nafh al-tib, cuyo nombre
completo es Exhalación del olor suave del
ramo verde de Al-Andalus. Tiene un gran valor histórico, al basarse en
numerosas crónicas anteriores, que detallan los sucesos ocurridos en
Al-Andalus. Tiene como valor añadido que hace referencia a antiguas obras hoy
desaparecidas. Es una historia imprescindible para conocer los primeros
momentos de la conquista de España por los musulmanes (Al Qantir, 2010).
El autor del texto se basa en lo que
escribió a Al-Razi, este es autor de una
crónica de los reyes de Al-Andalus. Jiménez de Rada lo cita repetidamente en su
rebus Hispaniae como la “Crónica del Moro Rasis” (887-955). Que menciona los
musulmanes reinantes desde Al-Hurr hasta Abderraman II y el reinado de Pelayo y
sus sucesores que se apoderan de los que los musulmanes les habían tomado.
1) Clasificación del documento.
El texto cristiano es un fragmento de La
Crónica de Alfonso III, de autor anónimo, redactada a finales des siglo IX. El texto musulmán es
un fragmento de Nafh al-tib de al-Maqqari, se basa en numerosas crónicas
anteriores y fue escrito en el siglo XVII. Los dos textos son documentos públicos. Por su temática se clasifican como
histórico-literarios y aunque los dos son fuentes secundarias, no tienen
carácter historiográfico, ya que no se pueden considerar una obra de historia
con finalidad investigadora y científica. La obra recopilatoria de Sánchez
Albornoz si es una fuente secundaria historiográfica.
2) Esquema del texto (o análisis del texto).
El texto cristiano esta impregnado de
alusiones bíblicas. En el primer párrafo el obispo Oppas intenta comprar para su
causa a Pelayo, que no va a aceptar. El líder de los cristianos sabe que aunque
Dios castigó las iniquidades y pecados
de los godos, como es misericordioso, ayudará a su pueblo a recuperar
España y a reparar la derrota. Esta puede ser la idea principal.
En el segundo párrafo se manifiesta la victoria de Pelayo,
que con la ayuda de Dios aniquila un ejército de 187.000 hombres. Una parte
125.000, mueren en la batalla con el milagro de la virgen y la otra parte 63.000,
en la retirada cuando un monte los aplasta. Idea secundaria.
El texto musulmán se basa en lo que cuentan
historiadores precedentes y describe en tres párrafos los acontecimientos
acaecidos. El primer párrafo describe como Pelayo se sublevó contra el
lugarteniente de Al-Hurr (716-717), le ahuyentaron y se adueñaron del país, en el reinaron veintidós reyes cristianos
hasta la muerte de Abd Al-Rahman III. La idea que subyace es que el autor
reconoce el éxito de Pelayo y el de sus sucesores. Idea secundaria.
Cita el autor en el segundo párrafo a Al-Razi, que
escribió; “en tiempos de Anbasa (721-726)
se levantó en Galicia un asno salvaje llamado Pelayo”. Es importante lo que
indica a continuación porque coincide con los contenidos básicos del texto
cristiano; “Desde entonces empezaron los
cristianos en al-Andalus a defender contra los musulmanes las tierras que aun
quedaban en su poder…”. El autor expresa como el último reducto cristiano
después de la conquista de los islamitas;
“…la roca donde se refugió el rey llamado Pelayo con trescientos hombres”. Esta
es la idea principal del texto musulmán, que da noticia del comienzo de la
resistencia y de la organización incipiente de un reino, tratando con desprecio
tanto a Pelayo como a su pueblo.
En el último párrafo el autor pone de manifiesto el
desprecio a un enemigo del Islam al que no han podido reducir y las malas
condiciones en que se encontraba el ejercito musulmán en una tierra pobre sin
medios de subsistencia; “Treinta asnos
salvajes ¿qué daño pueden hacernos?”. Para terminar hablando de cómo Pelayo
y sus sucesores consiguieron prolongar su reino hasta hoy (S. XVII) y arrebatar
lo que los musulmanes habían quitado a los cristianos. Idea secundaria.
3) Comentario propiamente dicho.
a) Contexto histórico.
La conquista de la Península por los musulmanes puede
considerarse como la continuación de la expansión que comenzó tras la muerte de
Mahoma. La conquista no fue difícil en parte por la desorganización del estado
visigodo y por la colaboración de destacados godos. El estado andalusí
dependiente de Damasco pronto se puso en funcionamiento y desde el 717 Córdoba
se convirtió en la capital.
El foco de resistencia asturiano, supuso la primera
derrota de los musulmanes en Europa y durante un siglo el Reino de Asturias fue
el único territorio cristiano organizado en la Península y el único, que en su
época, freno la expansión musulmana. El núcleo de Pelayo, fue reforzado por
otro, el de Alfonso, que se unió a la causa de Pelayo y se caso con su hija
Ermesinda, lo que propició su herencia del trono cuando murió el hijo de
Pelayo, Favila. En Alfonso I (739 -757) convergieron las dos áreas de la
Cornisa Cantábrica que antes se libraron de la presencia de los musulmanes.
Después de algunos reinados, llega al poder Alfonso
II (791-842), un gobierno de medio siglo que se identifica con una coyuntura
decisiva en la historia del reino de Asturias, por dos motivos: se afianza y
logra superar las dificultades exteriores, y se organiza desde el punto de
vista interno. La Crónica Albeldense afirma de este rey, que hizo revivir en
Oviedo toda la constitución política de los visigodos y toda su organización
eclesiástica. Sánchez-Albornoz se inclina a reducir la restauración del orden
gótico atribuida a Alfonso II, a la formulación de una idea llamada a tener
profundas consecuencias en la historia posterior, el llamado “neogoticismo
asturleonés”, es decir, la consideración de la monarquía asturiana primero y de
la leonesa luego, como directas continuadoras visigodas.
Con el largo reinado de Alfonso III (866-910), se
desarrolla la etapa más brillante de la historia del reino asturiano. La
expansión territorial y un hábil sistema de alianzas, por un lado, la
repoblación programada y la afirmación neogótica, por otro, constituyen las
directrices fundamentales de todo el proceso político de Alfonso III. Según
Menéndez Piral, el optimismo triunfalista que se respiraba en la corte y que
traduce finalmente la predicción de la Crónica
Profética, constituirá la clave explicativa de la estructura política de
España desde el siglo X al XII: la idea imperial leonesa (Álvarez
(Coord.), 2013).
b) Comentario de las ideas principal y secundaria.
La aportación histórica del texto cristiano, hay que
contemplarla desde el punto de vista del clérigo cronista, que utiliza los
precedentes bíblicos con un carácter positivo y paralelo, comparando a los
hispanogodos con el pueblo judío. Al contemplar el cronista del siglo IX los
inicios de la resistencia desde la perspectiva optimista propiciada por las
victorias de Alfonso III sobre el Emir Omeya, las esperanzadas palabras que el
narrador tardío pone en boca de Pelayo, cobran su sentido premonitorio (Zabalo,
2004).
En cuanto al texto musulmán, Al-Maqqari, escribió una
obra que tiene un gran valor histórico, aunque con contradicciones. El texto
desprecia a los cristianos como enemigos sometidos y con poca capacidad de
reacción, aunque confirma por otro lado su consolidación como resistencia y la
prolongación en el tiempo de la misma. Al final desde la perspectiva que da el
paso de los siglos el autor, Al-Maqqari, habla de la recuperación por parte de
los hispanos de los territorios que los musulmanes les habían arrebatado. Los
dos textos coinciden en la misma idea, desde ese pequeño núcleo astur se inicia
la reconquista del territorio cristiano arrebatado por los musulmanes a los
godos.
c) Acontecimientos relacionados.
Unos años mas tarde que comienza la resistencia astur
se van formando los núcleos pirenaicos de Aragón y Pamplona. En el 800 los
espacios correspondientes a Aragón, Sobrarbe y Ribagorza estuvieron sometidos a
los carolingios; desde el 810 destaca un personaje, Aznar Galindo, al frente de
un núcleo que desde el 828 aparece identificado como Aragón. Hacia el 800-810,
Pamplona se habría librado ya de la posible dependencia fiscal musulmana; la
influencia carolingia que sucedió a aquella duró poco tiempo. Fue Iñigo Arista
(+851 o 852) el primer personaje destacado de una dinastía que extendía su
influencia desde Pamplona hacia el pirineo occidental (Montalvo, 2010).
4) Conclusión.
Los textos son importantes por la carencia de fuentes
en la época altomedieval. Su fiabilidad está en función de la de sus autores,
que indudablemente son parte interesada. El cronista hispano del siglo IX, ve los
inicios de la resistencia desde el punto de vista de un clérigo habituado a la
lectura de las Sagradas Escrituras. Su texto impregnado de referencias bíblicas
pone en boca de Pelayo unas palabras que son consecuencia del éxito de la
situación de euforia que se vive durante el reinado de Alfonso III. En cuanto al texto musulmán, menos fabulado y desde
la perspectiva que da el paso de los siglos, coincide en el fondo con el texto
cristiano. El autor, Al-Maqqari, habla de la recuperación por parte de los
hispanos de los territorios que los musulmanes les habían arrebatado.
**Os recuerdo que es un ejemplo y que por lo tanto es mejorable y no un modelo estricto e inmutable**.
PELAYO Y EL INICIO DE LAS CONQUISTAS CRISTIANAS
(Así podría quedar la redacción final del comentario eliminando los epígrafes)
El
texto cristiano es un fragmento de La Crónica de Alfonso III, de autor anónimo,
redactada a finales des siglo IX. El texto
musulmán es un fragmento de Nafh al-tib de al-Maqqari, se basa en numerosas
crónicas anteriores y fue escrito en el siglo XVII. Los dos textos son documentos públicos. Por su temática
se clasifican como histórico-literarios y aunque los dos son fuentes
secundarias, no tienen carácter historiográfico, ya que no se pueden considerar
una obra de historia con finalidad investigadora y científica. La obra
recopilatoria de Sánchez Albornoz si es una fuente secundaria historiográfica.
El texto cristiano esta impregnado de alusiones
bíblicas. En el primer párrafo el obispo Oppas intenta comprar para su causa a
Pelayo, que no va a aceptar. El líder de los cristianos sabe que aunque Dios
castigó las iniquidades y pecados de los
godos; como es misericordioso, ayudará a su pueblo a recuperar España y a reparar
la derrota. Esta es la idea principal. En el segundo párrafo se manifiesta la
victoria de Pelayo, que con la ayuda de Dios aniquila un ejército de 187.000
hombres, 125.000, mueren en la batalla con el milagro de la virgen y 63.000, en
la retirada cuando un monte los aplasta. Idea secundaria.
El
texto musulmán se basa en lo que cuentan historiadores precedentes y describe
en tres párrafos los acontecimientos acaecidos. El primer párrafo describe como
Pelayo se sublevó contra el lugarteniente de Al-Hurr (716-717), le ahuyentaron
y se adueñaron del país, en el reinaron
veintidós reyes cristianos hasta la muerte de Abd Al-Rahman III. La idea que
subyace es que el autor reconoce el éxito de Pelayo y el de sus sucesores. Idea
secundaria.
Cita
el autor en el segundo párrafo a Al-Razi, que escribió; “en tiempos de Anbasa (721-726) se levantó en Galicia un asno salvaje
llamado Pelayo”. Es importante lo que indica a continuación porque coincide
con los contenidos básicos del texto cristiano; “Desde entonces empezaron los cristianos en al-Andalus a defender
contra los musulmanes las tierras que aun quedaban en su poder…”. El autor
expresa como el último reducto cristiano después de la conquista de los
islamitas; “…la roca donde se refugió el
rey llamado Pelayo con trescientos hombres”. Esta es la idea principal del
texto musulmán, que da noticia del comienzo de la resistencia y de la
organización incipiente de un reino, tratando con desprecio tanto a Pelayo como
a su pueblo.
En
el último párrafo el autor pone de manifiesto el desprecio a un enemigo del
Islam al que no han podido reducir y las malas condiciones en que se encontraba
el ejercito musulmán en una tierra pobre sin medios de subsistencia; “Treinta asnos salvajes ¿qué daño pueden
hacernos?”. Para terminar hablando de cómo Pelayo y sus sucesores
consiguieron prolongar su reino hasta hoy (S. XVII) y arrebatar lo que los
musulmanes habían quitado a los cristianos. Idea secundaria.
La
conquista de la Península por los musulmanes puede considerarse como la
continuación de la expansión que comenzó tras la muerte de Mahoma. La conquista
no fue difícil en parte por la desorganización del estado visigodo y por la
colaboración de destacados godos. El estado andalusí dependiente de Damasco
pronto se puso en funcionamiento y desde el 717 Córdoba se convirtió en la
capital.
El
foco de resistencia asturiano, supuso la primera derrota de los musulmanes en
Europa y durante un siglo el Reino de Asturias fue el único territorio
cristiano organizado en la Península y el único, que en su época, freno la
expansión musulmana. El núcleo de Pelayo, fue reforzado por otro, el de
Alfonso, que se unió a la causa de Pelayo y se caso con su hija Ermesinda, lo
que propició su herencia del trono cuando murió el hijo de Pelayo, Favila. En
Alfonso I (739 -757) convergieron las dos áreas de la Cornisa Cantábrica que
antes se libraron de la presencia de los musulmanes.
Después
de algunos reinados, llega al poder Alfonso II (791-842), un gobierno de medio
siglo que se identifica con una coyuntura decisiva en la historia del reino de
Asturias, por dos motivos: se afianza y logra superar las dificultades
exteriores, y se organiza desde el punto de vista interno. La Crónica
Albeldense afirma de este rey, que hizo revivir en Oviedo toda la constitución
política de los visigodos y toda su organización eclesiástica. Sánchez-Albornoz
se inclina a reducir la restauración del orden gótico, atribuida a Alfonso II,
a la formulación de una idea llamada a tener profundas consecuencias en la
historia posterior, el llamado “neogoticismo asturleonés”, es decir, la
consideración de la monarquía asturiana primero y de la leonesa luego, como
directas continuadoras visigodas.
Con
el largo reinado de Alfonso III (866-910), se desarrolla la etapa más brillante
de la historia del reino asturiano. La expansión territorial y un hábil sistema
de alianzas, por un lado, la repoblación programada y la afirmación neogótica,
por otro, constituyen las directrices fundamentales de todo el proceso político
de Alfonso III. Según Menéndez Piral, el optimismo triunfalista que se
respiraba en la corte y que traduce finalmente la predicción de la Crónica Profética, constituirá la clave
explicativa de la estructura política de España desde el siglo X al XII: la
idea imperial leonesa (Álvarez (Coord.), 2013).
La
aportación histórica del texto cristiano, hay que contemplarla desde el punto
de vista del clérigo cronista, que utiliza los precedentes bíblicos con un
carácter positivo y paralelo, comparando a los hispanogodos con el pueblo
judío. Al contemplar el cronista del siglo IX los inicios de la resistencia
desde la perspectiva optimista propiciada por las victorias de Alfonso III
sobre el Emir Omeya que solicitó una tregua de tres años, las esperanzadas
palabras que el narrador tardío pone en boca de Pelayo, cobran su sentido
premonitorio (Zabalo, 2004).
En
cuanto al texto musulmán, Al-Maqqari, escribió una obra que tiene un gran valor
histórico, aunque con contradicciones. El texto desprecia a los cristianos como
enemigos sometidos y con poca capacidad de reacción, aunque confirma por otro
lado su consolidación como resistencia y la prolongación en el tiempo de la
misma. Al final desde la perspectiva que da el paso de los siglos el autor, Al-Maqqari,
habla de la recuperación por parte de los hispanos de los territorios que los
musulmanes les habían arrebatado. Los
dos textos coinciden en la misma idea, desde ese pequeño núcleo astur se inicia
la reconquista del territorio cristiano arrebatado por los musulmanes a los
godos.
Unos
años mas tarde que comienza la resistencia astur se van formando los núcleos
pirenaicos de Aragón y Pamplona. En el 800 los espacios correspondientes a
Aragón, Sobrarbe y Ribagorza estuvieron sometidos a los carolingios; desde el
810 destaca un personaje, Aznar Galindo, al frente de un núcleo que desde el
828 aparece identificado como Aragón. Hacia el 800-810, Pamplona se habría
librado ya de la posible dependencia fiscal musulmana; la influencia carolingia
que sucedió a aquella duró poco tiempo. Fue Iñigo Arista (+851 o 852) el primer
personaje destacado de una dinastía que extendía su influencia desde Pamplona
hacia el pirineo occidental (Montalvo, 2010).
Los
textos son importantes por la carencia de fuentes en la época altomedieval. Su
fiabilidad está en función de la de sus autores, que indudablemente son parte
interesada. El cronista hispano del siglo IX, ve los inicios de la resistencia
desde el punto de vista de un clérigo habituado a la lectura de las Sagradas
Escrituras. Su texto impregnado de referencias bíblicas pone en boca de Pelayo
unas palabras que son consecuencia del éxito de
la situación que se vive durante el reinado de Alfonso III. En cuanto al texto musulmán, menos fabulado y
desde la perspectiva que da el paso de los siglos, coincide en el fondo con el
texto cristiano. El autor, Al-Maqqari, habla de la recuperación por parte de
los hispanos de los territorios que los musulmanes les habían arrebatado.
Bibliografía
y páginas Web.
ÁLVAREZ PALENZUELA, V. A. (coord.) (2011). Historia
de España de la Edad Media. Barcelona: Ariel (98-126)
EDUARDO
AMAYA VALENCIA. (1948). Reseña a “Claudio Sánchez Albornoz". THESAURUS,
Tomo IV. Núm. 2, (427-428).
GONZÁLEZ
JIMÉNEZ, M. (2002). Sobre la ideología de la Reconquista: realidades y
tópicos. Memoria, Mito Y Realidad en la Historia Medieval. XIII Semana
de Estudios Medievales Nájera, (151-170).
MONSALVO ANTÓN, J. M. (2010). Atlas Histórico de
la España Medieval. Madrid: Síntesis, (27-44).
Universidad
de Sevilla. ZABALO ZABALEGUI, J. EL NÚMERO DE MUSULMANES QUE ATACARON
COVADONGA. Los precedentes bíblicos de unas cifras simbólicas. Consultado noviembre
2014. http://institucional.us.es/revistas/historia/31/40%20zabalo.pdf
Taller de historia: métodos y técnicas de trabajo
Centro de la UNED de Barbastro. Noviembre 2014
Centro de la UNED de Barbastro. Noviembre 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario