INTRODUCCIÓN
¿Qué es la Historia?
La Historia según
el diccionario de la lengua española (RAE).
(Del lat. historĭa, y
este del gr. ἱστορία).
- f. Narración
y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean
públicos o privados.
- f. Disciplina
que estudia y narra estos sucesos.
- f. Obra
histórica compuesta por un escritor. La historia de Tucídides, de
Tito Livio, de Mariana.
- f. Conjunto
de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc.,
de un pueblo o de una nación.
- f. Conjunto
de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un
período de ella.
- f. Relación
de cualquier aventura o suceso. He aquí la historia de este
negocio.
- f. Narración
inventada.
- f. Mentira
o pretexto.
- f. coloq. Cuento,
chisme, enredo. U. m. en pl.
- f. Pint. Cuadro o tapiz que representa un caso histórico o fabuloso.
En la biblioteca del Centro hay ejemplares de las obras de estos dos autores, si tenéis curiosidad y buscáis estas citas, relacionarlas con los enunciados de los capítulos.
“Mi primera
contestación a la pregunta qué es la Historia será pues la siguiente: un
proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un dialogo
sin fin entre el presente y el pasado” (Carr, 2006: 105).
“Hacer que el hombre
pueda comprender la sociedad del pasado, e incrementar su dominio de la
sociedad del presente, tal es la doble función de la historia”. (Carr, 2006:
133).
“El historiador lo
mismo que cualquier otro científico, es animal que pregunta sin cesar: Por que” (Carr, 2006: 165).
“Sospecho que los
buenos historiadores, lo sepan o no, tienen la médula impregnada del futuro. Además
de la pregunta ¿Por qué?, el historiador plantea la interrogante ¿Adónde?” (Carr,
2006: 189).
“La convicción de que
provenimos de alguna parte está estrechamente vinculada a la creencia de que vamos
a algún lado. Una sociedad que ha perdido la fe en su capacidad de progresar en
el futuro, dejará pronto de ocuparse de su propio progreso en el pasado” (Carr,
2006: 216).
“En su calidad de ciencia
humana, la Historia (mejor: las disciplinas históricas en plural) tiene un
campo de trabajo peculiar que no es, ni puede ser, el “Pasado”. Y ello porque
el pasado, por definición, no existe, es tiempo finito…” (Moradiellos, 2003:
15).
“Por consiguiente, sólo
podrá hacerse Historia y lograrse conocimiento histórico de aquellos, sucesos,
personas, acciones, instituciones, estructuras y procesos de los que se
conserven señales, trazas y vestigios en nuestra propia dimensión temporal. (…)
“De lo que no quedan pruebas, no cabe
hablar con rigor o propiedad”. (Moradiellos, 2003: 16).
La investigación histórica
Se puede
decir que la Historia es la reconstrucción del pasado desde el presente, o por
lo menos esto sería lo ideal, pero lo real es que su aspiración es reconstruir
el pasado tal y como fue. Teóricamente la historia aspira a poder determinar el
futuro de los humanos a partir de los conocimientos del pasado, ósea de la historia,
pero la realidad es que de ninguna manera se van a producir una serie de causas
efecto que provoquen las mismas consecuencias.
Entonces nos
preguntamos, si la historia no se repite, ¿para
qué sirve la historia?. Muchos son
los argumentos que utilizan los historiadores para justificar su utilidad: La
confianza en su buen hacer profesional, en su capacitación y también, como no, en
su honestidad. El convencimiento de que el estudio de la historia o lo que es
lo mismo estudiar el pasado, es una herramienta necesaria para entender el
presente.
Del
estudio del proceso histórico emana un aprendizaje moral basado en el propio
método de trabajo (Ladero, 2005: 13):
“La capacidad de
analizar con rigor la información de la que se dispone es clave en la formación
de individuos independientes, con sentido crítico, con capacidad para liberarse
de estereotipos creados por la ideología o las creencias de una época y
preparados para analizar la realidad de un momento histórico determinado en
toda su complejidad e intentar comprenderla”.
Se puede
añadir una nueva justificación para la historia; todas las sociedades necesitan
tener unas ideas o conceptos de su pasado común, pues la conciencia histórica
de cualquier sociedad forma parte de su presente, de su sistema de valores, de
su identidad colectiva.
Esta
necesidad de identidad colectiva frecuentemente se satisface con los mitos, las
leyendas, las creencias religiosas, etc. que se transmiten con facilidad en el
ambiente popular. En contraposición a lo anterior, nos encontramos con la
investigación histórica, basada en la ciencia que persigue ser
verdadera, crítica, no dogmática, verificable y no un producto de la
casualidad.
Como
señala Moradiellos (Ladero, 2005: 14):
“La historia científica
no puede “predecir” fenómenos ni proporcionar ejemplos de conducta infalibles,
pero sí permite explicar los orígenes del presente e iluminar las causas de su
gestación, funcionamiento y transformación”.
Polibio en el S. II a. C. escribía, “Ninguna educación es mas apta para los
hombres que el conocimiento de las acciones pasadas”.
La investigación histórica (Ladero, 2005:15) tiene
pues su fundamento en la explicación, interpretación, y en la valoración de los
hechos de manera científica. Los principios que un historiador debe de tener en
cuenta a la hora de enfrentarse a su labor profesional, sea cual sea la corriente historiográfica o la tendencia
ideológica a la que se adscriba o el campo de investigación que cultive, los
expresaba en un artículo publicado en la revista Past and Present, el historiador ingles Lawrence Stone:
“Hay que intentar escribir siempre de manera
sencilla, evitando las jergas y la confusión dejando tan claro como sea posible
lo que se quiere decir.
La verdad histórica es inalcanzable, por lo que
cualquier conclusión es provisional e hipotética, sujeta siempre a las
alteraciones que puedan proporcionar nuevos datos o mejores teorías.
Todos estamos sometidos a inclinaciones o prejuicios
de toda índole –raza, religión, clase, cultura, entre otros-, por lo que conviene
ser prudentes y antes de leer la historia estudiar el entorno del historiador.
Las fuentes documentales que manejamos han sido escritas
o creadas por seres humanos falibles, que cometen errores, sostienen afirmaciones
falsas y parten de sus propias concepciones ideológicas. Por lo tanto, estas
fuentes deben de ser analizadas con cuidado, teniendo en cuenta no sólo el
propósito del autor sino también el contexto en el que fueron escritas”.
La Historiografía[1]: El oficio de
historiador, como se configura
Podemos afirmar
que hasta el siglo XIX el historiador era
considerado un hombre de letras, distanciado del investigador, sabio o erudito,
que indagaba las fuentes para analizarlas críticamente, pero no para escribir
la historia a partir de ellas. A finales del mismo siglo los profesionales de
la historia comienzan a utilizar el método científico, configurando así una
profesión intelectual, pero también burocrática, vinculada desde sus inicios a
las universidades, especialmente a las alemanas.
La emergente
historiografía alemana dirigida por L. Ranke[2],
asumió los métodos de trabajo de los investigadores o eruditos con relación a
las fuentes y comenzó a definir un método histórico riguroso, que se tradujo en
la realidad en una obsesiva fascinación por la captación y acaparación de los datos
políticos que abundaban en los archivos institucionales, y en una crítica
textual basada en una imparcialidad y objetividad distanciadas (Alted, 2005:
17-20). Los partidarios de esta forma de hacer historia se encuadraron en una
corriente que se denominó “historicismo”, y tanto en Alemania
como en otros países europeos, pusieron su trabajo y esa necesaria sui géneris
objetividad, al servicio de la construcción de los estados nacionales.
En el año
1898, dos historiadores franceses Langlois y Seignobos, publicaron un
manual clásico en la formación de muchas generaciones de historiadores: Introducción a los estudios históricos.
Para ellos, el historiador era un profesional que recogía, seleccionaba y
ordenaba documentos que luego explicaba según su intuición, sin buscar
constantes ante la variabilidad de los hechos. Lo que suponía alejarse del
concepto de historia como ciencia objetiva, determinada por medio de leyes
generales, y configurando así una historia basada en los acontecimientos
puntuales descritos en una sucesión lineal, con el máximo interés puesto en las
grandes figuras, y en los hechos bélicos y políticos mas importantes.
Al mismo
tiempo que se perfeccionaba el oficio de historiador, paralelamente se
perfilaba en el siglo XIX y principios del XX, la que se denominó “historia
escolar”, que estaba orientada
hacia la educación primaria y media, y que cobraría mucha fuerza en la formación de las nuevas generaciones de los
recién nacidos estados nacionales, contribuyendo en gran medida a la
difusión de la profesión de historiador en el siglo XX.
El historicismo positivista, entra en crisis casi al mismo tiempo
que el mundo en los años posteriores a la Gran Crisis del
29. En este periodo de entreguerras se van a producir cambios en la
historiografía que van a influir de manera determinante en la labor de los
historiadores. Indudablemente hechos como, la Primera Guerra Mundial, la Revolución Soviética ,
el auge de los movimientos totalitarios en una incipiente sociedad de masas[3],
unidos a importantes avances científicos y tecnológicos, provocaron la revisión
de los presupuestos de la ciencia moderna tal y como se había configurado en
los siglos XVI y XVII.
Ante tantos
cambios, una sociedad en plena transformación reaccionó cuestionando las
ciencias experimentales considerándolas no deterministas y sujetas a
limitaciones (recordar las vanguardias artísticas), este cuestionamiento
facilitó la aproximación de las ciencias experimentales a las ciencias sociales
y humanas. Cambios que se reflejaron en el campo de la Historia en la difusión
del oficio de historiador mediante reuniones científicas y planes editoriales,
y en otra forma de hacer historia que robusteció los sectores históricos social
y económico, gracias al empuje de la escuela francesa de “Annales” y de la
“Historiografía Marxista” que
renovaran la historia tras la segunda guerra mundial. La historiografía marxista tuvo gran auge
tras la derrota del fascismo, por la influencia en Europa occidental de los
partidos comunistas nacionales en los jóvenes intelectuales. El descubrimiento
de la obra de Marx incidió en la labor de investigación de los historiadores
europeos de los años 50 y 60.
Las
características de esta nueva historia de las décadas centrales del siglo XX
que renovó el oficio de historiador son, el deseo de elaborar una “historia
total” que abarque, interrelacionándolos, todos los sectores de la
historia; una historia abierta a otras disciplinas; preocupada por los factores
estructurales o de larga duración (peso de los elementos económicos y sociales);
con pretensión de ser considerada una ciencia; que considera válido cualquier
documento. Una historia concebida en tiempo presente, que trata de dar
respuesta a los interrogantes de ese presente, ante el cual el historiador
adquiere un triple compromiso intelectual, moral y social (M. Bloch).
En los
años 80 la historia total comenzó a se discutida. Un exceso de cuantificación,
de interdisciplinariedad, y la desconfianza hacia el modelo, la vaciaron de
sentido. Las nuevas generaciones de historiadores van más lejos sobre lo
logrado, buscando nuevos planteamientos, sustituyendo la obsesión por encontrar
leyes objetivas que expliquen la realidad económica y social pasada, por la preocupación por las personas y su
experiencia vivida, por la representación que tienen del mundo que les
rodea, por sus formas de comportamiento y por el conjunto de sus valores. Al
mismo tiempo que lo anterior ha cambiado la escritura de la historia con un
resurgimiento de “la narrativa”, que no está reñida en absoluto con
el rigor en el trabajo del historiador. Al que se considera en la actualidad
fuertemente comprometido con la realidad que le circunda, en función de la cual
dirige su mirada hacia el pasado inmediato, mediato o remoto.
En la
actualidad los historiadores plantean serias
dudas ante la pretensión de alcanzar verdades absolutas y acabadas, lo que
no impide lograr verdades parciales
que aclaren zonas oscuras del pasado, porque mas que nunca se tiene la
convicción de que toda obra histórica es imperfecta, aunque no arbitraria, ya que
se debe de basar en hipótesis sujetas a ser verificadas o refutadas.
Para
terminar, significar el incremento de la proyección social de los historiadores
a través de los medios de comunicación y en consecuencia, el aumento de su
influencia en nuestra sociedad global, que es cada vez más complicada y
paradójica.
[1]
(De
historiógrafo). 1. f . Arte de escribir la
historia. 2. f .
Estudio bibliográfico y crítico de los escritos sobre historia y sus fuentes, y
de los autores que han tratado de estas materias. 3. f . Conjunto de obras o
estudios de carácter histórico. (RAE).
[2] En el año 1824 Ranke
publica Historia de los Pueblos Romanos y Germánicos (1.494-1.514). Este es el primer
libro del tipo de historia historicista, y va a incluir el programa ideológico
de esa nueva historia, el contenido analiza un conflicto entre la monarquía
francesa y la española por los territorios de Italia, la tesis de Ranke es que
Europa surge como el conflicto entre los pueblos románicos y los germánicos.
[3] 1870-1914.
La aparición de las masas urbanas como elemento capital de la vida social tuvo
lógicamente consecuencias irreversibles. Una clara percepción de ello,
impregnada de preocupación y pesimismo, la hubo ya tempranamente. Tocqueville,
Kierkegaard, Burckhardt y Nietzsche,
por ejemplo, intuyeron, desde sus respectivos puntos de vista, que la
democracia y la secularización estaban cambiando el mundo -o que lo cambiarían
en el futuro- y que, de alguna forma, la vida moderna destruiría, si no lo
había hecho ya, los viejos valores e ideales de las sociedades tradicionales y
jerarquizadas. (ARTEHISTORIA).
TÉCNICAS DE TRABAJO
Vamos a
desarrollar en este apartado sucintamente las técnicas de trabajo que se
utilizan en el estudio y en la enseñanza de la historia.
Citas y referencias bibliográficas
Una
referencia es un conjunto de
datos bibliográficos que permiten la identificación de un documento. Se sitúa
como nota a pie de página, al final del capítulo o al final de todo el
texto.
Una
cita es una forma abreviada
de referencia inserta entre paréntesis en el texto y que se complementa con la
referencia al final del capítulo o al final de todo el texto (Norma UNE) (Biblioteca Universidad
de Sevilla, 2013).
Es
preciso conocer estas técnicas para buscar libros y publicaciones periódicas en
las bibliotecas y hemerotecas, y para citarlos en los trabajos de curso.
Las
referencias bibliográficas se ajustan a unas normas para que todos los lectores
puedan entenderlas, y buscarlas en los ficheros o catálogos de
bibliotecas.
Los catálogos son un conjunto ordenado de
todos los asientos bibliográficos de
libros, publicaciones periódicas, videos, DVD,s etc. que constituyen una biblioteca, dichos
asientos, contienen los datos bibliográficos para poder registrarlos y
localizarlos de acuerdo con unas reglas establecidas a priori.
La
mayoría de los usuarios por comodidad y rapidez, accedemos a los fondos de las
bibliotecas a través de Internet (OPAC: Online Public Access Catalogs).
Ejemplos de asientos
bibliográficos:
Catálogo de la Biblioteca Central
de la UNED , Madrid.
Autor
Principal: Carr, Edward Hallett (1892-1982)
Título: ¿Qué es la Historia ?: conferencias
"George Macaulay Trevelyan", dictadas en la Universidad de
Cambridge en enero-marzo de 1961 / E. H. Carr; [traducción de Joaquín Romero
Maura]
Publicación: Barcelona:
Seix Barral, 1978
Descripción Física: 217 p.
Serie: (Biblioteca Breve. Ciencias Humanas;
245)
Materia: Historiografía
Materia: Filosofía de
la historia
Catálogo de la Biblioteca de la Universidad de
Zaragoza.
Autor Carr, Edward
Hallett
Título ¿Qué es la Historia ? / E. H. Carr;
[Traducción de, Joaquín Romero Maura]
Publicación Barcelona:
Ariel, 1972
Edición [5a ed.]
Descripción física 217
p., [3] h.; 20 cm
Colección Biblioteca
breve; 245
Nota Conferencias
"George Macaulay Trevelyan" dictadas en la Universidad de
Cambridge en enero-marzo de 1961
Bibliografía Índice
Materia Historia
Autor secundario
Romero-Maura, Joaquín
DEPOSIT L. D.L.B. 41993-1972
Acabamos de ver el asiento bibliográfico, que es una referencia
bibliográfica con más datos que las que utilizamos en las citas. Ahora estudiaremos como se confecciona
una referencia bibliográfica. Todo
trabajo de investigación o de curso, obliga al autor a incluir la bibliografía
utilizada, que estará formada por una relación de citas y referencias
bibliográficas.
Los criterios para
presentar estos datos son variados, aunque los datos son siempre los mismos,
varia el orden y la forma de presentarlos. Por lo general las propias
editoriales o publicaciones imponen sus normas particulares para la
presentación. Vamos a ver a continuación cuales son esos datos a incluir en las
referencias bibliográficas de libros y artículos de revistas.
Referencias bibliográficas de libros (Alted, Sanchez, 2005:
221-227)
Autor o autores:
Apellido o apellidos
del autor o autores (hasta tres) y seguido el nombre o la inicial. Si son mas
de uno, el orden será el de la portada de la obra, antes del último se puede
colocar, y.
Mas de tres autores,
nombre del primero, añadiendo “et al.” (latín et alii; y otros).
Si el autor corporativo
es una es una institución, esta se considera como autora.
Cuando entre varios
autores hay uno de ellos responsable, a continuación de su nombre se colocará
la abreviatura, Coord. (coordinador), dir. (director).
Las actas de congresos
y otras obras colectivas que carecen de autor responsable, se pueden encabezar
por AA.VV. (varios autores) o directamente con el titulo.
Título del libro:
El titulo y si lo hay subtitulo, del libro se copiaran
literalmente de la portada, no de la cubierta. Se escribirá en cursiva para
destacarlo. Si esta escrito con caracteres no latinos se debe transliterar.
Otros datos, después del titulo:
Lugar de edición en la
lengua vernácula o sin lugar (s. l.)
Editorial.
Año de publicación o
sin año (s. a.). Se puede colocar el año entre autor y titulo.
Páginas
(número seguido de págs. o pp.).
Si son dos o mas
volúmenes se indica en lugar de las paginas (2 vols.).
Ejemplos:
DONADO VARA, J. “et.
al.” (2009): La Edad Media : siglos XIII-XV. Editorial
universitaria Ramón Areces. Madrid.
MITRE FERNÁNDEZ, E. (1998):
Textos y documentos de época medieval. Editorial
Ariel, S. A., Barcelona.
LADERO QUESADA, M F. y
LÓPEZ PITA, P. (2009): Introducción a la Historia del occidente
Medieval. Editorial universitaria Ramón Areces. Madrid.
Referencias bibliográficas de artículos de revistas
Autor o autores:
Pondremos, apellidos y
nombre o la inicial, si son más de uno, en el orden que aparecen. Si son más de
tres, el primero seguido de “et al.”.
Si es una institución,
ella aparecerá como autora del artículo.
Si el artículo es un “editorial”
y no identificamos el autor, se pone titulo (editorial).
Titulo:
El título del articulo
y subtitulo, si lo hay, íntegros y entre comillas.
Revista:
Se copiará el titulo de la revista de publicación del
artículo en cursiva.
Otros datos:
El lugar de edición va
tras el titulo de la revista entre paréntesis.
Luego, número de
ejemplar, año de publicación y páginas.
Si el artículo se
publica en un periódico, se consigna autor o autores, título, el periódico (en
cursiva), lugar edición entre paréntesis y fecha de publicación.
Ejemplos:
ALONSO, A y GRIMAL, A. (1994): “Comentarios sobre el sector
septentrional del Arte Levantino”. Bolskan,
11, pp. 9-31. Huesca.
BAENA, J. y LUQUE, M.
(1990): “Modelo de análisis de industrias líticas no elaboradas”. Xábiga, 6: 44-58. Xabia (Jávea).
JORDÁ PARDO, J. F.
(1994): “Geoarqueología y Arqueometría: Algunos resultados de su aplicación al
estudio del registro arqueológico de la provincia de Zamora”. Nvmantia, 5, 219-235.
RIPOLL LÓPEZ, S. 1988:
“La Cueva de
Ambrosio, (Vélez-Blanco, Almería), y su posición cronoestratigrafica en el
Mediterráneo occidental”. British
Archaeological Report (2 vol.). Nº 462. 596 págs. Oxford.
Comentario de textos históricos
El historiador o persona que escribe la historia,
trabaja con todo tipo de restos materiales entre los que se encuentran los documentos
históricos que se conservan en archivos, bibliotecas, hemerotecas, etc. Cuando
comenzamos nuestros estudios en esta rama del conocimiento necesitamos
ejercitarnos en las técnicas que nos permiten mejorar nuestros trabajos curso y
prepáranos para la investigación.
Comentar un texto no es repetir lo que
dice con otras palabras, ni utilizarlo como excusa para hablar de un tema histórico
general que guarda relación con el mismo. Comentar un texto es analizar su
estructura interna interpretando lo que nos dice dentro del contexto histórico
en el que se creó y que describe. Entre las múltiples propuestas a las que
podemos acceder para realizar comentarios, os proponemos esta muy sencilla del equipo docente de Historia Medieval I y II del
grado en Geografía e Historia.
Pautas para los comentarios
de textos:
Lectura
detenida e identificación de las palabras e ideas principales del texto.
Consulta en
diccionarios y glosarios de aquellos términos de significado dudoso.
Clasificación
del documento, en la que pueden aparecer los siguientes datos: título, autor,
fecha, características físicas (libro, documento...), tipo de documento
(público o privado), tipo de fuente (primaria o secundaria), temática general.
Esquema del
texto en el que se precisa la jerarquía de las ideas, señalando cuál es la
principal y cuáles las secundarias.
Comentario
propiamente dicho:
Contexto histórico.
Comentario de las ideas principales, identificando a los protagonistas del texto si los hubiese.
Comentario de las ideas principales, identificando a los protagonistas del texto si los hubiese.
Comentario de las ideas secundarias.
Acontecimientos relacionados.
Conclusión,
detallando la importancia del texto y su grado de fiabilidad teniendo en cuenta
todos los puntos anteriores.
Bibliografía.
Pautas para los comentarios
de mapas históricos:
Observación
detenida del mapa y de su leyenda.
Clasificación
del mapa según su tipología: político, político-social, económico, demográfico,
cultural, etc.
Situar el
mapa en su contexto histórico, escribiendo un resumen de los acontecimientos
que representa.
Explicación
del contenido, analizando los datos que ofrece el mapa: fechas, nombres de
ciudades, flechas que indican determinados movimientos, gráficos (si los
hubiera), límites o fronteras, evolución de los procesos.
Conclusión.
Comentar la importancia del hecho representado desde el
punto de vista histórico.
Compararlo, si es posible, con otros sucesos históricos y
lugares durante el mismo periodo.
“No hay un modelo único de comentarios de textos o de mapas, hay muchas
propuestas según los diferentes autores, aunque todos con la misma finalidad,
desentrañar su significado”
Bibliografía
ALTED VIGIL, A. “et
al.” (2005): Guía didáctica. Métodos y Técnicas
de investigación histórica. Universidad Nacional de Educación a Distancia,
Madrid.
ALTED VIGIL, A. y
SÁNCHEZ BELÉN, J. A. (2005): Métodos y
técnicas de investigación en Historia Moderna e Historia Contemporánea.
Editorial universitaria Ramón Areces, Madrid.
CARR, E. H. (1984): ¿Qué es la Historia ? Planeta-De
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CLANCHY, J. y BALLARD,
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Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza.
MORADIELLOS, E. (1994):
El oficio del historiador. Siglo XXI,
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KAPLAN, Michel
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Páginas
Web
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Cómo elaborar e interpretar referencias bibliográficas [documento
en pdf]. Consulta 8 de abril de 2013, en http://dspace.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/483/Citasfebrero2008.pdf
Biblioteca Universidad de Alcalá. (2008).
Evaluación de la actividad
investigadora: citas e impacto. Consultado el 1 de noviembre de 2013, en http://www.uah.es/biblioteca/ayuda_formacion/impacto.html
Biblioteca de la UNED. (2013). Uso ético de la información y citas
bibliográficas. Consultado el 8 de abril de 2013, en http://www.uned.es/biblioteca/tutorial_uso_etico/presentacion.htm
Biblioteca Universidad de Cantabria.
(2013). CITAR. Tutorial de autoformación sobre Citas en
Trabajos y Artículos con Referencias. Consulta 10
de noviembre de 2013, en http://www.buc.unican.es/sites/default/files/tutoriales/CITAR/PAG0.html
Taller impartido en el Centro de la UNED de Barbastro, noviembre de 2013
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