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LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA: PRÁCTICA DE UN COMENTARIO DE TEXTO CON CITAS BIBLIOGRÁFICAS

Pedro II de Aragón.  LA BATALLA (Transcripción del romance) Los moros que estauan atados, como es dicho, et que se non podíen ...

jueves, 14 de noviembre de 2013

HISTORIA: MÉTODOS Y TÉCNICAS DE TRABAJO

INTRODUCCIÓN

¿Qué es la Historia?

La Historia según el diccionario de la lengua española (RAE).
(Del lat. historĭa, y este del gr. στορία).

  1. f. Narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados.
  2. f. Disciplina que estudia y narra estos sucesos.
  3. f. Obra histórica compuesta por un escritor. La historia de Tucídides, de Tito Livio, de Mariana.
  4. f. Conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o de una nación.
  5. f. Conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un período de ella.
  6. f. Relación de cualquier aventura o suceso. He aquí la historia de este negocio.
  7. f. Narración inventada.
  8. f. Mentira o pretexto.
  9. f. coloq. Cuento, chisme, enredo. U. m. en pl.
  10. f. Pint. Cuadro o tapiz que representa un caso histórico o fabuloso.

En la biblioteca del Centro hay ejemplares de las obras de estos dos autores, si tenéis curiosidad y buscáis estas citas, relacionarlas con los enunciados de los capítulos.

“Mi primera contestación a la pregunta qué es la Historia será pues la siguiente: un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un dialogo sin fin entre el presente y el pasado” (Carr, 2006: 105).

“Hacer que el hombre pueda comprender la sociedad del pasado, e incrementar su dominio de la sociedad del presente, tal es la doble función de la historia”. (Carr, 2006: 133).

“El historiador lo mismo que cualquier otro científico, es animal que pregunta sin cesar: Por que” (Carr, 2006: 165).

“Sospecho que los buenos historiadores, lo sepan o no, tienen la médula impregnada del futuro. Además de la pregunta ¿Por qué?, el historiador plantea la interrogante ¿Adónde?” (Carr, 2006: 189).

“La convicción de que provenimos de alguna parte está estrechamente vinculada a la creencia de que vamos a algún lado. Una sociedad que ha perdido la fe en su capacidad de progresar en el futuro, dejará pronto de ocuparse de su propio progreso en el pasado” (Carr, 2006: 216).

“En su calidad de ciencia humana, la Historia (mejor: las disciplinas históricas en plural) tiene un campo de trabajo peculiar que no es, ni puede ser, el “Pasado”. Y ello porque el pasado, por definición, no existe, es tiempo finito…” (Moradiellos, 2003: 15).

“Por consiguiente, sólo podrá hacerse Historia y lograrse conocimiento histórico de aquellos, sucesos, personas, acciones, instituciones, estructuras y procesos de los que se conserven señales, trazas y vestigios en nuestra propia dimensión temporal. (…) “De lo que no quedan pruebas,  no cabe hablar con rigor o propiedad”. (Moradiellos, 2003: 16).

La investigación histórica
Se puede decir que la Historia es la reconstrucción del pasado desde el presente, o por lo menos esto sería lo ideal, pero lo real es que su aspiración es reconstruir el pasado tal y como fue. Teóricamente la historia aspira a poder determinar el futuro de los humanos a partir de los conocimientos del pasado, ósea de la historia, pero la realidad es que de ninguna manera se van a producir una serie de causas efecto que provoquen las mismas consecuencias.
Entonces nos preguntamos, si la historia no se repite, ¿para qué sirve la historia?. Muchos son los argumentos que utilizan los historiadores para justificar su utilidad: La confianza en su buen hacer profesional, en su capacitación y también, como no, en su honestidad. El convencimiento de que el estudio de la historia o lo que es lo mismo estudiar el pasado, es una herramienta necesaria para entender el presente.
Del estudio del proceso histórico emana un aprendizaje moral basado en el propio método de trabajo (Ladero, 2005: 13):
“La capacidad de analizar con rigor la información de la que se dispone es clave en la formación de individuos independientes, con sentido crítico, con capacidad para liberarse de estereotipos creados por la ideología o las creencias de una época y preparados para analizar la realidad de un momento histórico determinado en toda su complejidad e intentar comprenderla”.
Se puede añadir una nueva justificación para la historia; todas las sociedades necesitan tener unas ideas o conceptos de su pasado común, pues la conciencia histórica de cualquier sociedad forma parte de su presente, de su sistema de valores, de su identidad colectiva.
Esta necesidad de identidad colectiva frecuentemente se satisface con los mitos, las leyendas, las creencias religiosas, etc. que se transmiten con facilidad en el ambiente popular. En contraposición a lo anterior, nos encontramos con la  investigación histórica, basada en la ciencia que persigue ser verdadera, crítica, no dogmática, verificable y no un producto de la casualidad.
Como señala Moradiellos (Ladero, 2005: 14):
“La historia científica no puede “predecir” fenómenos ni proporcionar ejemplos de conducta infalibles, pero sí permite explicar los orígenes del presente e iluminar las causas de su gestación, funcionamiento y transformación”.
Polibio en el S. II a. C. escribía, “Ninguna educación es mas apta para los hombres que el conocimiento de las acciones pasadas”.
La investigación histórica (Ladero, 2005:15) tiene pues su fundamento en la explicación, interpretación, y en la valoración de los hechos de manera científica. Los principios que un historiador debe de tener en cuenta a la hora de enfrentarse a su labor profesional, sea cual sea la corriente historiográfica o la tendencia ideológica a la que se adscriba o el campo de investigación que cultive, los expresaba en un artículo publicado en la revista Past and Present, el historiador ingles Lawrence Stone:
“Hay que intentar escribir siempre de manera sencilla, evitando las jergas y la confusión dejando tan claro como sea posible lo que se quiere decir.
La verdad histórica es inalcanzable, por lo que cualquier conclusión es provisional e hipotética, sujeta siempre a las alteraciones que puedan proporcionar nuevos datos o mejores teorías.
Todos estamos sometidos a inclinaciones o prejuicios de toda índole –raza, religión, clase, cultura, entre otros-, por lo que conviene ser prudentes y antes de leer la historia estudiar el entorno del historiador.
Las fuentes documentales que manejamos han sido escritas o creadas por seres humanos falibles, que cometen errores, sostienen afirmaciones falsas y parten de sus propias concepciones ideológicas. Por lo tanto, estas fuentes deben de ser analizadas con cuidado, teniendo en cuenta no sólo el propósito del autor sino también el contexto en el que fueron escritas”.

La Historiografía[1]: El oficio de historiador, como se configura
Podemos afirmar  que hasta el siglo XIX el historiador era considerado un hombre de letras, distanciado del investigador, sabio o erudito, que indagaba las fuentes para analizarlas críticamente, pero no para escribir la historia a partir de ellas. A finales del mismo siglo los profesionales de la historia comienzan a utilizar el método científico, configurando así una profesión intelectual, pero también burocrática, vinculada desde sus inicios a las universidades, especialmente a las alemanas. 
La emergente historiografía alemana dirigida por L. Ranke[2], asumió los métodos de trabajo de los investigadores o eruditos con relación a las fuentes y comenzó a definir un método histórico riguroso, que se tradujo en la realidad en una obsesiva fascinación por la captación y acaparación de los datos políticos que abundaban en los archivos institucionales, y en una crítica textual basada en una imparcialidad y objetividad distanciadas (Alted, 2005: 17-20). Los partidarios de esta forma de hacer historia se encuadraron en una corriente que se denominó “historicismo”, y tanto en Alemania como en otros países europeos, pusieron su trabajo y esa necesaria sui géneris objetividad, al servicio de la construcción de los estados nacionales.
En el año 1898, dos historiadores franceses Langlois y Seignobos, publicaron un manual clásico en la formación de muchas generaciones de historiadores: Introducción a los estudios históricos. Para ellos, el historiador era un profesional que recogía, seleccionaba y ordenaba documentos que luego explicaba según su intuición, sin buscar constantes ante la variabilidad de los hechos. Lo que suponía alejarse del concepto de historia como ciencia objetiva, determinada por medio de leyes generales, y configurando así una historia basada en los acontecimientos puntuales descritos en una sucesión lineal, con el máximo interés puesto en las grandes figuras, y en los hechos bélicos y políticos mas importantes. 
Al mismo tiempo que se perfeccionaba el oficio de historiador, paralelamente se perfilaba en el siglo XIX y principios del XX, la que se denominó “historia escolar”,  que estaba orientada hacia la educación primaria y media, y que cobraría mucha fuerza en la formación de las nuevas generaciones de los recién nacidos estados nacionales, contribuyendo en gran medida a la difusión de la profesión de historiador en el siglo XX. 
El historicismo positivista, entra en crisis casi al mismo tiempo que el mundo en los años posteriores a la Gran Crisis del 29. En este periodo de entreguerras se van a producir cambios en la historiografía que van a influir de manera determinante en la labor de los historiadores. Indudablemente hechos como, la Primera Guerra Mundial, la Revolución Soviética, el auge de los movimientos totalitarios en una incipiente sociedad de masas[3], unidos a importantes avances científicos y tecnológicos, provocaron la revisión de los presupuestos de la ciencia moderna tal y como se había configurado en los siglos XVI y XVII.
Ante tantos cambios, una sociedad en plena transformación reaccionó cuestionando las ciencias experimentales considerándolas no deterministas y sujetas a limitaciones (recordar las vanguardias artísticas), este cuestionamiento facilitó la aproximación de las ciencias experimentales a las ciencias sociales y humanas. Cambios que se reflejaron en el campo de la Historia en la difusión del oficio de historiador mediante reuniones científicas y planes editoriales, y en otra forma de hacer historia que robusteció los sectores históricos social y económico, gracias al empuje de la escuela francesa de “Annales” y de la “Historiografía Marxista”  que renovaran la historia tras la segunda guerra mundial.  La historiografía marxista tuvo gran auge tras la derrota del fascismo, por la influencia en Europa occidental de los partidos comunistas nacionales en los jóvenes intelectuales. El descubrimiento de la obra de Marx incidió en la labor de investigación de los historiadores europeos de los años 50 y 60.
Las características de esta nueva historia de las décadas centrales del siglo XX que renovó el oficio de historiador son, el deseo de elaborar una “historia total” que abarque, interrelacionándolos, todos los sectores de la historia; una historia abierta a otras disciplinas; preocupada por los factores estructurales o de larga duración (peso de los elementos económicos y sociales); con pretensión de ser considerada una ciencia; que considera válido cualquier documento. Una historia concebida en tiempo presente, que trata de dar respuesta a los interrogantes de ese presente, ante el cual el historiador adquiere un triple compromiso intelectual, moral y social (M. Bloch). 
En los años 80 la historia total comenzó a se discutida. Un exceso de cuantificación, de interdisciplinariedad, y la desconfianza hacia el modelo, la vaciaron de sentido. Las nuevas generaciones de historiadores van más lejos sobre lo logrado, buscando nuevos planteamientos, sustituyendo la obsesión por encontrar leyes objetivas que expliquen la realidad económica y social pasada, por la preocupación por las personas y su experiencia vivida, por la representación que tienen del mundo que les rodea, por sus formas de comportamiento y por el conjunto de sus valores. Al mismo tiempo que lo anterior ha cambiado la escritura de la historia con un resurgimiento de “la narrativa”, que no está reñida en absoluto con el rigor en el trabajo del historiador. Al que se considera en la actualidad fuertemente comprometido con la realidad que le circunda, en función de la cual dirige su mirada hacia el pasado inmediato, mediato o remoto.
En la actualidad los historiadores plantean serias dudas ante la pretensión de alcanzar verdades absolutas y acabadas, lo que no impide lograr verdades parciales que aclaren zonas oscuras del pasado, porque mas que nunca se tiene la convicción de que toda obra histórica es imperfecta, aunque no arbitraria, ya que se debe de basar en hipótesis sujetas a ser verificadas o refutadas.  
Para terminar, significar el incremento de la proyección social de los historiadores a través de los medios de comunicación y en consecuencia, el aumento de su influencia en nuestra sociedad global, que es cada vez más complicada y paradójica. 





[1] (De historiógrafo). 1. f. Arte de escribir la historia. 2. f. Estudio bibliográfico y crítico de los escritos sobre historia y sus fuentes, y de los autores que han tratado de estas materias. 3. f. Conjunto de obras o estudios de carácter histórico. (RAE).
[2] En el año 1824 Ranke publica Historia de los Pueblos Romanos y Germánicos (1.494-1.514). Este es el primer libro del tipo de historia historicista, y va a incluir el programa ideológico de esa nueva historia, el contenido analiza un conflicto entre la monarquía francesa y la española por los territorios de Italia, la tesis de Ranke es que Europa surge como el conflicto entre los pueblos románicos y los germánicos.
[3] 1870-1914. La aparición de las masas urbanas como elemento capital de la vida social tuvo lógicamente consecuencias irreversibles. Una clara percepción de ello, impregnada de preocupación y pesimismo, la hubo ya tempranamente. Tocqueville, Kierkegaard, Burckhardt y Nietzsche, por ejemplo, intuyeron, desde sus respectivos puntos de vista, que la democracia y la secularización estaban cambiando el mundo -o que lo cambiarían en el futuro- y que, de alguna forma, la vida moderna destruiría, si no lo había hecho ya, los viejos valores e ideales de las sociedades tradicionales y jerarquizadas. (ARTEHISTORIA).

 TÉCNICAS DE TRABAJO
Vamos a desarrollar en este apartado sucintamente las técnicas de trabajo que se utilizan en el estudio y en la enseñanza de la historia.

Citas y referencias bibliográficas
Una referencia es un conjunto de datos bibliográficos que permiten la identificación de un documento. Se sitúa como nota a pie de página, al final del capítulo o al final de todo el texto. 
Una cita es una forma abreviada de referencia inserta entre paréntesis en el texto y que se complementa con la referencia al final del capítulo o al final de todo el texto (Norma UNE) (Biblioteca Universidad de Sevilla, 2013).


Es preciso conocer estas técnicas para buscar libros y publicaciones periódicas en las bibliotecas y hemerotecas, y para citarlos en los trabajos de curso.
Las referencias bibliográficas se ajustan a unas normas para que todos los lectores puedan entenderlas, y buscarlas en los ficheros o catálogos de bibliotecas. 
Los catálogos son un conjunto ordenado de todos los asientos bibliográficos de libros, publicaciones periódicas, videos, DVD,s  etc. que constituyen una biblioteca, dichos asientos, contienen los datos bibliográficos para poder registrarlos y localizarlos de acuerdo con unas reglas establecidas a priori.
La mayoría de los usuarios por comodidad y rapidez, accedemos a los fondos de las bibliotecas a través de Internet (OPAC: Online Public Access Catalogs).

Ejemplos de asientos bibliográficos:
Catálogo de la Biblioteca Central de la UNED, Madrid.
Autor Principal: Carr, Edward Hallett (1892-1982)
Título: ¿Qué es la Historia?: conferencias "George Macaulay Trevelyan", dictadas en la Universidad de Cambridge en enero-marzo de 1961 / E. H. Carr; [traducción de Joaquín Romero Maura]
Publicación: Barcelona: Seix Barral, 1978
Descripción Física: 217 p.
Serie:             (Biblioteca Breve. Ciencias Humanas; 245)
Materia: Historiografía
Materia: Filosofía de la historia

Catálogo de la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza.
Autor Carr, Edward Hallett 
Título ¿Qué es la Historia? / E. H. Carr; [Traducción de, Joaquín Romero Maura]
Publicación Barcelona: Ariel, 1972
Edición [5a ed.]
Descripción física 217 p., [3] h.; 20 cm
Colección Biblioteca breve; 245 
Nota Conferencias "George Macaulay Trevelyan" dictadas en la Universidad de Cambridge en enero-marzo de 1961
Bibliografía Índice
Materia Historia 
Autor secundario Romero-Maura, Joaquín 
DEPOSIT L. D.L.B. 41993-1972

Acabamos de ver el asiento bibliográfico, que es una referencia bibliográfica con más datos que las que utilizamos en las citas. Ahora estudiaremos como se confecciona una referencia bibliográfica. Todo trabajo de investigación o de curso, obliga al autor a incluir la bibliografía utilizada, que estará formada por una relación de citas y referencias bibliográficas.
Los criterios para presentar estos datos son variados, aunque los datos son siempre los mismos, varia el orden y la forma de presentarlos. Por lo general las propias editoriales o publicaciones imponen sus normas particulares para la presentación. Vamos a ver a continuación cuales son esos datos a incluir en las referencias bibliográficas de libros y artículos de revistas.

Referencias bibliográficas de libros (Alted, Sanchez, 2005: 221-227)
Autor o autores:
Apellido o apellidos del autor o autores (hasta tres) y seguido el nombre o la inicial. Si son mas de uno, el orden será el de la portada de la obra, antes del último se puede colocar, y.
Mas de tres autores, nombre del primero, añadiendo “et al.” (latín et alii; y otros).
Si el autor corporativo es una es una institución, esta se considera como autora.  
Cuando entre varios autores hay uno de ellos responsable, a continuación de su nombre se colocará la abreviatura, Coord. (coordinador), dir. (director).
Las actas de congresos y otras obras colectivas que carecen de autor responsable, se pueden encabezar por AA.VV. (varios autores) o directamente con el titulo.
Título del libro:
El titulo y si lo hay subtitulo, del libro se copiaran literalmente de la portada, no de la cubierta. Se escribirá en cursiva para destacarlo. Si esta escrito con caracteres no latinos se debe transliterar.
Otros datos, después del titulo:
Lugar de edición en la lengua vernácula o sin lugar (s. l.)
Editorial.
Año de publicación o sin año (s. a.). Se puede colocar el año entre autor y titulo.
Páginas (número seguido de págs. o pp.).
Si son dos o mas volúmenes se indica en lugar de las paginas (2 vols.).
Ejemplos:
DONADO VARA, J. “et. al.” (2009): La Edad Media: siglos XIII-XV. Editorial universitaria Ramón Areces. Madrid.
MITRE FERNÁNDEZ, E. (1998): Textos y documentos de época medieval. Editorial Ariel, S. A., Barcelona.
LADERO QUESADA, M F. y LÓPEZ PITA, P. (2009): Introducción a la Historia del occidente Medieval. Editorial universitaria Ramón Areces. Madrid.  

Referencias bibliográficas de artículos de revistas
Autor o autores:
Pondremos, apellidos y nombre o la inicial, si son más de uno, en el orden que aparecen. Si son más de tres, el primero seguido de “et al.”.
Si es una institución, ella aparecerá como autora del artículo.
Si el artículo es un “editorial” y no identificamos el autor, se pone titulo (editorial).
Titulo:
El título del articulo y subtitulo, si lo hay, íntegros y entre comillas.
Revista:
Se copiará el titulo de la revista de publicación del artículo en cursiva.
Otros datos:
El lugar de edición va tras el titulo de la revista entre paréntesis.
Luego, número de ejemplar, año de publicación y páginas.
Si el artículo se publica en un periódico, se consigna autor o autores, título, el periódico (en cursiva), lugar edición entre paréntesis y fecha de publicación.
Ejemplos:
ALONSO, A y GRIMAL, A. (1994): “Comentarios sobre el sector septentrional del Arte Levantino”. Bolskan, 11, pp. 9-31. Huesca.
BAENA, J. y LUQUE, M. (1990): “Modelo de análisis de industrias líticas no elaboradas”. Xábiga, 6: 44-58. Xabia (Jávea).
JORDÁ PARDO, J. F. (1994): “Geoarqueología y Arqueometría: Algunos resultados de su aplicación al estudio del registro arqueológico de la provincia de Zamora”. Nvmantia, 5, 219-235.
RIPOLL LÓPEZ, S. 1988: “La Cueva de Ambrosio, (Vélez-Blanco, Almería), y su posición cronoestratigrafica en el Mediterráneo occidental”. British Archaeological Report (2 vol.). Nº 462. 596 págs. Oxford.



Comentario de textos históricos
       El historiador o persona que escribe la historia, trabaja con todo tipo de restos materiales entre los que se encuentran los documentos históricos que se conservan en archivos, bibliotecas, hemerotecas, etc. Cuando comenzamos nuestros estudios en esta rama del conocimiento necesitamos ejercitarnos en las técnicas que nos permiten mejorar nuestros trabajos curso y prepáranos para la investigación.
       Comentar un texto no es repetir lo que dice con otras palabras, ni utilizarlo como excusa para hablar de un tema histórico general que guarda relación con el mismo. Comentar un texto es analizar su estructura interna interpretando lo que nos dice dentro del contexto histórico en el que se creó y que describe. Entre las múltiples propuestas a las que podemos acceder para realizar comentarios, os proponemos esta muy sencilla del equipo docente de Historia Medieval I y II del grado en Geografía e Historia.

Pautas para los comentarios de textos:
Lectura detenida e identificación de las palabras e ideas principales del texto.
Consulta en diccionarios y glosarios de aquellos términos de significado dudoso.
Clasificación del documento, en la que pueden aparecer los siguientes datos: título, autor, fecha, características físicas (libro, documento...), tipo de documento (público o privado), tipo de fuente (primaria o secundaria), temática general.
Esquema del texto en el que se precisa la jerarquía de las ideas, señalando cuál es la principal y cuáles las secundarias.
Comentario propiamente dicho:
Contexto histórico.
Comentario de las ideas principales, identificando a los protagonistas del texto si los hubiese.
Comentario de las ideas secundarias.
Acontecimientos relacionados.
Conclusión, detallando la importancia del texto y su grado de fiabilidad teniendo en cuenta todos los puntos anteriores.
Bibliografía.

Pautas para los comentarios de mapas históricos:
Observación detenida del mapa y de su leyenda.
Clasificación del mapa según su tipología: político, político-social, económico, demográfico, cultural, etc.
Situar el mapa en su contexto histórico, escribiendo un resumen de los acontecimientos que representa.
Explicación del contenido, analizando los datos que ofrece el mapa: fechas, nombres de ciudades, flechas que indican determinados movimientos, gráficos (si los hubiera), límites o fronteras, evolución de los procesos.
Conclusión.
Comentar la importancia del hecho representado desde el punto de vista histórico.
Compararlo, si es posible, con otros sucesos históricos y lugares durante el mismo periodo.

“No hay un modelo único de comentarios de textos o de mapas, hay muchas propuestas según los diferentes autores, aunque todos con la misma finalidad, desentrañar su significado”

Bibliografía
ALTED VIGIL, A. “et al.” (2005): Guía didáctica. Métodos y Técnicas de investigación histórica. Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid.
ALTED VIGIL, A. y SÁNCHEZ BELÉN, J. A. (2005): Métodos y técnicas de investigación en Historia Moderna e Historia Contemporánea. Editorial universitaria Ramón Areces, Madrid.
CARR, E. H. (1984): ¿Qué es la Historia? Planeta-De Agostini, Barcelona.
CLANCHY, J. y BALLARD, B. (2000): Cómo se hace un trabajo académico. Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza.
MORADIELLOS, E. (1994): El oficio del historiador. Siglo XXI, Madrid.
KAPLAN, Michel (dir.) (2004): Edad Media, siglos IV-X. Universidad de Granada. Granada.

Páginas Web
Biblioteca Universidad de Sevilla. (2013). Elaboración de referencias bibliográficas. Consultado el 1 de noviembre de 2013, en http://bib.us.es/aprendizaje_investigacion/publicar_citar/como_elaborar/index-ides-idweb.html
Biblioteca Universidad de Zaragoza. (2013). Como interpretar referencias bibliográficas. Consultado el 5 de abril de 2013, en http://biblioteca.unizar.es/buscar/referencias.php
Universidad Carlos III. (2013). Como citar bibliografía. Consultado el 5 de abril de 2013, en http://portal.uc3m.es/portal/page/portal/biblioteca/aprende_usar/como_citar_bibliografia
Biblioteca Universidad de Alcalá. (2008). Cómo elaborar e interpretar referencias bibliográficas [documento en pdf]. Consulta 8 de abril de 2013, en http://dspace.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/483/Citasfebrero2008.pdf
Biblioteca Universidad de Alcalá. (2008). Evaluación de la actividad investigadora: citas e impacto. Consultado el 1 de noviembre de 2013, en http://www.uah.es/biblioteca/ayuda_formacion/impacto.html
Biblioteca de la UNED. (2013). Uso ético de la información y citas bibliográficas. Consultado el 8 de abril de 2013, en http://www.uned.es/biblioteca/tutorial_uso_etico/presentacion.htm
Biblioteca Universidad de Cantabria. (2013).  CITAR. Tutorial de autoformación sobre Citas en Trabajos y Artículos con Referencias. Consulta 10 de noviembre de 2013, en http://www.buc.unican.es/sites/default/files/tutoriales/CITAR/PAG0.html


Taller impartido en el Centro de la UNED de Barbastro, noviembre de 2013